jueves, 26 de mayo de 2011

Frustración

Todos nosotros nos hemos encontrado más de una vez, seguramente, intentando algún recurso para que la clase no se nos "cayera". Un alumno que no está "motivado" nos hace tratar de hacer que el proceso siga funcionando. Es así que muchos hemos creído que el alumno, cuando está en este estado, está aburrido. Y por lo tanto pensamos que lo mejor es hacer que la clase sea divertida, para que el alumno no se aburra y no se vaya.
Creo que a nivel no visible, latente va sucediendo otra cosa, y de eso quisiera hablar.
Según puedo observar, nuestro trabajo en un trabajo de lucha constante contra la frustración. El alumno no se está aburriendo, el aburrimiento es sólo la cara visible de algo más profundo: el encuentro con la dificultad suele generar frustración. Podemos agregar que, mientras se está aprendiendo, el encuentro con la frustración es continuo. El alumno se frustra y se aburre, el profesor se frustra y se enoja. Porque el camino a recorrer es tortuoso la mayoría de las veces. Entonces pienso que a la hora de trabajar, debemos tener siempre en cuenta esto: el alumno viene con una estructura cerrada, estructura que, al proponer el aprendizaje conmovemos. Las reacciones son de lo más varias y el aburrimiento es una de ellas.
En el trabajo deberemos ayudar al alumno a reconocer ese punto de frustración y tal vez ayudarlo, cuando está muy bajo a poder tolerarlo.

martes, 24 de mayo de 2011

Modalidad de aprendizaje

La Psicopedagoga Alicia Fernández acuñó este concepto para poder hacer una lectura de las dificultades de aprendizaje en la clínica psicopedagógica.
Me parece de una gran riqueza, y de una gran utilidad en el ámbito de la enseñanza musical.
Uno de los momentos más importantes y creativos en nuestra práctica para mí está relacionado con el desafío de articular nuestra batería conceptual y teórica con el momento de la praxis. Una cosa es lo que nosotros pensamos que debemos enseñar y otra cosa es el encuentro con el alumno. Trabajando con el alumno nos encontramos permanentemente con la dificultad. Uno de los aspectos más dificultosos es el poder adaptar, o convertir al mundo y al lenguaje del alumno aquello que queremos transmitir, y ayudarlo a procesar lo que queremos enseñar. Es por eso que el estudio de la modalidad de aprendizaje del alumno nos da una herramienta de gran eficacia.
Ante todo debemos observar cómo el alumno reacciona frente a lo nuevo, de qué modo se defiende, cuánto se frustra, cuánto puede seguir adelante a pesar de la frustración. También el registro de la respuesta corporal, la tensión son indicadores de importancia. Para mí, en mi práctica es importante que el alumno esté al tanto de lo que voy encontrando, porque de ese modo puede el también conocer ciertos límites. A mí me da la posibilidad de encontrar por dónde puedo entrar y por dónde no debo meterme: por ejemplo, a un alumno hiperexigente uno no puede ordenarle que no se sobreexija, pero sí puede encontrar modos de mostrarle que su sobreexigencia sólo lo lleva a mayor frustración y que no lo ayuda en el aprendizaje, al contrario se lo posterga...
Lo más difícil para mí sigue siendo encontrarme con estos aspectos del alumno y lograr complementarlos para que se pueda seguir desarrollando.

viernes, 15 de abril de 2011

Yo quisiera saber qué hacer!

Hoy me encontré con mi amigo Gregorio Szames. Nos encontramos subiendo las escaleras del Conservatorio. 
Gregorio me comentó que a veces le parecía que las ideas publicadas no daban muchas respuestas. 
Me dejó pensando. Pensé que, tal vez al modo psicoanalítico, me haya acostumbrado (si es que existe el acostumbrarse) a tolerar las dificultades que me traen las faltas de respuestas, o el exceso de preguntas.

Me parece que el poder sostener ciertas ambiegüedades e incertidumbres, llevan a poder avanzar especialmente con los alumnos que resultan más complicados. Pero por otro lado el alumno viene hacia nosotros con la necesidad de respuestas. Me gusta la docencia así, que vaya navegando y tomándose de las singularidades del camino. 
Pero, por otra parte, reconozco que tampoco es necesario que se hagan estas cosas para poder enseñar! 
A mí la docencia me despierta estas curiosidades, y busco poder hacer algo con ellas. Me da curiosidad ver qué hay más allá, por algo soy psicoanalista.
Pero, definitivamente, no pienso que mi docencia sea la mejor...

jueves, 7 de abril de 2011

Ayer

                                                            A mis maestras Vera Govoretzky y Ana María Floriani de Russo

Fue una entrada con algo de nervio, pero fue una entrada con un sentimiento de extrañeza. Qué lugar era ese?
Allí estaba el piano, aquel piano... Viajé por la memoria, y me dí cuenta que ahí había pasado prácticamente ocho años de mi vida... un montón.
Qué rara sensación, abrí el piano y me senté a tocar. Me dejé llevar. Volví a escuchar ese Bechstein que siempre me gustó tanto. Me acordé mucho de Ana María Floriani, mi querida Ana, mi profe que tanta paciencia me tuvo y que me esperó ahí todos los lunes durante esos ocho años.
Y ahora me tocaba a mí. Estaba tan emocionado que necesitaba compartir con alguien ese momento. Mañana mismo la llamo, me dije. También pensé ¡Qué emoción cuando Vera se entere! Vera, que tanto me empujó para que hiciera el Conservatorio.
Me acordé de todo eso, fue un  momento realmente encantador. Allí estaba yo, entrando al Conservatorio Juan José Castro en mi primer día de clase, ahora siendo profesor.
Estuve muy agradecido a mis maestros por todo lo que me enseñaron. Fue una emoción compartida con ellos...

sábado, 26 de marzo de 2011

El encuentro con el alumno/2

La reflexión anterior me surgió los otros días. La reflexión me surgió, como me surgen muchas veces las reflexiones: pensando en qué me estaba sucediendo, tratando de poner en palabras algún momento.
Esta vez sucedió en el momento que estaba yendo a una primera entrevista, primera entrevista a una niña de seis años. Y yo me sentía notablemente angustiado, preguntándome si realmente sería necesario que yo la tomara como alumna, o mejor sería derivarla. Más todavía me estaba cuestionando que yo hacía varios años que no tomaba alumnos tan chicos. 
Me quise asegurar algo consultando si la niña estaría en condiciones de leer, se me hace muy difícil cuando no está constituída esta categoría antes.

Me dije qué cosa, tantos años dando clase y todavía me pongo nervioso. Dejando la exigencia de lado, me terminé preguntando por qué no podería sentirme mal. El desconocimiento del otro me suele resultar invalidante.
Pero me dejó pensando en otro costado: por más que el tiempo pase, cada vez que uno se encuentra con un nuevo alumno, es más que todo es algo nuevo

El encuentro con el alumno

Hay un momento que, pese a que muchas veces pasa desapercibido, puede resultar muy fructífero a la hora de diseñar un proceso de aprendizaje. Es un momento donde uno puede, a través de pequeños signos, obtener una gran cantidad de datos que luego resultarán de gran relevancia.
Este momento, o más precisamente, estos momentos, son los momentos iniciales. Son ellos la primera llamada, que suele ser telefónica, y las primeras entrevistas.
La primera llamada, que suele ser telefónica pero también, hoy día puede ser también a través de email y otros medios, es un momento donde, en pocos minutos, a veces menos de diez, no sólo nos presentaremos, sino que conoceremos algunas características de nuestro futuro alumno.
Una simple disgresión antes de seguir: muchas veces esta primera llamada nos estará avisando, a través de sutiles movimientos, sobre la posibilidad o imposibilidad de abordar un proceso de aprendizaje en conjunto con ese alumno. Después de la caída de un proceso, muchas veces revisando qué fue lo demandado en el primer llamado pude darme cuenta que no hubiera sido posible el trabajo.
En esta primera llamada escucharemos ante todo qué es lo que se nos está pidiendo. Será posible encarar este trabajo? Sentiremos que las condiciones serán suficientemente propicias? O el trabajo no será posible? 
Nos podremos también preguntar sobre quién nos estará pidiendo estudiar. Será el supuesto alumno quien quiere aprender, o es, como pasa a veces que otro es el que quisiera aprender?
Podremos saber también en qué condiciones vamos a poder trabajar. Ofreceremos realizar algunas entrevistas, tal vez tres o cuatro. Pero lo primero será proponer un encuentro. En la entrevista telefónica suele ser muy difícil poder explicar el modo de enseñanza, por lo que, para mí es mejor no intentar explicar mucho, sólo mostrar que uno está receptivo a iniciar un trabajo y a escuchar cómo es el pedido de trabajo.
Por último, también podremos conocer un poco de qué es lo que el alumno espera y qué imaginario tiene sobre al enseñanza: qué espera, un profesor autoritario, democratico, castigador?
Parece que lo mejor es no apurarse a mostrarse ni enfrentado con los puntos de vista de quién llama, ni demasiado de acuedo.
Por último, es de importancia moverse, si uno está de acuerdo en tomar unas entrevistas, en un clima de cordialidad.

Continuaré con las entrevistas

lunes, 1 de noviembre de 2010

Pensar un alumno

Las formas tradicionales de enseñanza parecieran idealizar un alumno. A partir de eso entonces se piensa que existiría la posibilidad de uniformar o de concebir un método que sería aplicable a la gran mayoría. Uno de los problemas mayores que tiene esta forma es cómo queda entonces el alumno que no se adapta a ese método. Queda, por así decirlo, patologizado. Para decirlo de otro modo, quien no se adapta a la forma que tiene el método queda excluído de la posibilidad de aprender, bajo la forma de una patologización encubierta: llámese falta de talento, llámese vagancia...
Luego se suele aconsejar al alumno, bajo las formas stándard: la cantidad de horas de estudio, el modo de estudiar.
Antes que nada,  podemos decir que el método es el conjunto de recursos concebidos por el docentes para facilitar la aproximación del alumno a la ejecución.
Pero el mismo profesor no tiene un método, en todo caso, nos tomamos el tiempo para evaluar con el alumno cuáles serán los recursos que le facilitaremos, por dónde es recomendable comenzar y dónde no.
En ese momento el profesor tendrá en cuenta todos esos recursos que posee.
Luego, habrá que ver qué respuesta (o respuestas) el alumno irá teniendo a nuestras propuestas.

El docente necesita tomarse mucho tiempo para ir pensando que modos de abordaje tendrá ese alumno.

sábado, 30 de octubre de 2010

La técnica hoy

Sigue siendo un pensamiento constante. Es casi como el centro de toda la enseñanza del instrumento. Y es lo que tal vez esté más continuamente cuestionado.
- Una técnica debe ser necesariamente un modo eficaz de acercarse al instrumento. Por lo tanto implicará la construcción de recursos adecuados al instrumento y al ejecutante.
- Debe ser seguramente holística, ser globalizadora. Debe ser una reflexión sobre el ejecutante en sus aspectos físicos como psíquicos. En todo caso, actualmente lo pienso como la intervención sobre el cuerpo para que el cuerpo pueda vehiculizar sus emociones en el instrumento.
- Debe cumplir con el principio de economía tan difundido y aceptado por la mayoría de los acercamientos instrumentales.
- Debe tener el cuenta, dentro de este principio, la relajación, primero como modo de aprovechamiento de las energías. También, porque cuando dejan de funcionar los grandes grupos musculares (o tal vez de ocupar el centro del funcionamiento) comiencen a intervenir músculos más útiles, más finos.
- La relajación es el gran capítulo. No debe ser una declaración de principios. No se debe utilizar de modo pasivo. No sirve de nada relajarse antes. Mejor dicho, es sólo el comienzo: la técnica, debe ser una técnica de relajación y debe ser una relajación activa. Relajarse mientras se toca.
- La relajación debe respetar también el principio de tensión reposo. El toque duro es el toque donde hay tensión pero no reposo.
-Finalmente la técnica es una construcción compartida y participada y reflexiva. El alumno debe ser el centro de la reflexión y de la investigación. Por eso se trabajará con el alumno participando y contando sus sensaciones tanto corporales como auditivas. Porque esto es lo que él llevará a su casa para poder estudiar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Pulsión de Muerte

A Sonia Figoni, quien me sugirió el pensamiento este.

Alguien no viene a la clase.
Alguien llega tarde.
Alguien se olvida sus partituras.
Alguien desanda camino.
Alguien cree que no sirve para hacer música.
Alguien intenta repetidas veces creyendo de antemano que todo intento será vano.
A alguien se le traban los dedos.
Alguno se contractura.
Uno se enferma, o se le lastiman los músculos.
Alguno "hace caso omiso" de toda indicación.
Otro se olvida y le "falla" la memoria.
Otro cree que su alumno es una repetición de él mismo.
Uno cree que es la repetición de su maestro.
Otro no puede dejar de pensar y no se puede conectar con lo creativo.
Uno no puede expresarse, no "suena" lo que toca.
Uno se cree que siempre tenía que estudiar más.
Uno, en el mejor momento deja de tocar su instrumento y abandona.
Alguien nos pide (sin que lo notemos, sutilmente) que lo maltratemos.
Ese mismo se maltrata frente a nuestros ojos.
Uno hace siempre, siempre lo mismo. Usa siempre la misma estrategia aunque esté visiblemente caduca.
Por fin uno se siente arrasado cada vez que intenta tocar frente al público y es pura angustia.
Es el retorno a lo inanimado, el camino más corto, el sabotaje, lo destructivo, que como en todo ámbito de la vida, también irrumpe una y otra vez en el encuadre de la clase.
Tal vez, nuestro trabajo sea este, ayudar al alumno con su pulsión de muerte.