viernes, 15 de abril de 2011

Yo quisiera saber qué hacer!

Hoy me encontré con mi amigo Gregorio Szames. Nos encontramos subiendo las escaleras del Conservatorio. 
Gregorio me comentó que a veces le parecía que las ideas publicadas no daban muchas respuestas. 
Me dejó pensando. Pensé que, tal vez al modo psicoanalítico, me haya acostumbrado (si es que existe el acostumbrarse) a tolerar las dificultades que me traen las faltas de respuestas, o el exceso de preguntas.

Me parece que el poder sostener ciertas ambiegüedades e incertidumbres, llevan a poder avanzar especialmente con los alumnos que resultan más complicados. Pero por otro lado el alumno viene hacia nosotros con la necesidad de respuestas. Me gusta la docencia así, que vaya navegando y tomándose de las singularidades del camino. 
Pero, por otra parte, reconozco que tampoco es necesario que se hagan estas cosas para poder enseñar! 
A mí la docencia me despierta estas curiosidades, y busco poder hacer algo con ellas. Me da curiosidad ver qué hay más allá, por algo soy psicoanalista.
Pero, definitivamente, no pienso que mi docencia sea la mejor...

4 comentarios:

Andrea Hornes dijo...

Creo que si tuviéramos la respuesta de "saber que hacer" la pasión por la docencia perdería su encanto.
Mi modo de ver las cosas es que somos docentes y somos alumnos, en un juego ambiguo constante, porque la riqueza mayor del verdadero docente es que nunca termina de saberlo todo...y ese es el desafío más grande. Encontrar el camino a transitar para acompañar a cada alumno que nos elige o elegimos y poder brindarle lo que necesita o busca. Para ello, seguramente tendremos, como decentes, que seguir preguntándonos que hacer y allí encontrar una nueva respuesta.
Sabiendo además que, tal vez lo que transmitamos sea recibido e interpretada por el alumno de una manera totalmente personal, pudiendo o no transformarlo en aprendizaje. Pudiendo o no,desde sus posibilidades, convertirlo en expresión.

Unknown dijo...

Es un gran problema, por un lado si uno no tiene respuestas, se rompe la asimetría necesaria para el aprendizaje. Pero por otro lado, si uno tiene respuestas para todo cierra la posibilidad de la búsqueda que es el motor del aprendizaje. Navegamos entre esas dos aguas.
Comparto con vos que la pasión por la docencia se sostiene en esa búsqueda constante. Poder dar lugar siempre a la interrogación.
Lo que pensaba es que tal vez la búsqueda de respuestas sea una experiencia compartida con el alumno, y que por lo tanto sea intransferible a otras experiencias de aprendizaje donde haya que buscar también las respuestas personales para este alumno ( o con él)
Sumamente complicado...
Te mando un beso

Anónimo dijo...

Hola Miguel, siento que más allá de las respuestas "técnicas" necesarias para mantener la asimetría del apje, como decís, si logramos instalar "buenas preguntas" para que los alumnos puedan pensar-SE, o empezar a hacerlo al menos, la relación alumno-maestro, alumno-persona y alumno-músico, saldrá enriquecida y fortalecida.Cariños, Ángeles

Unknown dijo...

Si, por supuesto, el gran obstáculo es el miedo a lo desconocido: qué pasará si me destituyo del saber-absoluto y me pongo a trabajar codo a codo con la dificultad del alumno? O como me ha pasado muchas veces: un profesor que no corrige, es un profesor. Tenía alguna vez un alumno que me decía en tono de reproche: "profesor usted no me exige", como queriendo decir que no lo maltrataba lo suficiente. No es fácil remover algunas representaciones sociales muy instaladas en la cotidianeidad de la enseñanza. Gracias por tu comentario