Hoy me encontré con mi amigo Gregorio Szames. Nos encontramos subiendo las escaleras del Conservatorio.
Gregorio me comentó que a veces le parecía que las ideas publicadas no daban muchas respuestas.
Me dejó pensando. Pensé que, tal vez al modo psicoanalítico, me haya acostumbrado (si es que existe el acostumbrarse) a tolerar las dificultades que me traen las faltas de respuestas, o el exceso de preguntas.
Me parece que el poder sostener ciertas ambiegüedades e incertidumbres, llevan a poder avanzar especialmente con los alumnos que resultan más complicados. Pero por otro lado el alumno viene hacia nosotros con la necesidad de respuestas. Me gusta la docencia así, que vaya navegando y tomándose de las singularidades del camino.
Pero, por otra parte, reconozco que tampoco es necesario que se hagan estas cosas para poder enseñar!
A mí la docencia me despierta estas curiosidades, y busco poder hacer algo con ellas. Me da curiosidad ver qué hay más allá, por algo soy psicoanalista.
Pero, definitivamente, no pienso que mi docencia sea la mejor...